Llevo mucho tiempo queriendo retomar este blog, que es un espacio que me gusta para poder contaros cosas con más detalles. Y hoy he sentido la necesidad de compartir este momento con vosotras, porque estoy segura que somos muchas en esta situación y sentirse entendida y comprendida me parece importante.
Cuando hablamos de bodas, y yo soy una loca de las bodas, la madre de la novia es una figura imprescindible, sobre todo para la novia. A veces para bien, y a veces, cuando os vuelven locas, para regular. (Léanse risas aquí).
Pero, ¿qué hacemos las que no tenemos madre? Yo os lo cuento: lloramos.
Vivimos los preparativos de la boda con una sensación agridulce. Hoy me he vestido de novia por primera vez en mi vida. Me temblaban las manos al coger el vestido y se me ha escapado alguna lagrimilla de emoción al verlo. Me lo he probado y he sonreído nerviosa: era MI VESTIDO. Mi hermana me ha visto y solo ha podido decir: “eres tu esencia pura”. Y me he vuelto a emocionar y no podía parar de reír. Supongo que esto nos pasa a todas, es lo normal. Más si eres, repito, una loca de las bodas que lleva muchos años queriendo casarse y por las circunstancias de la vida ha ido retrasándolo.
Es un momento muy emotivo con un poso amargo para nosotras, las novias sin madre.
Una vez pasada la prueba, me apetecía celebrarlo a solas. Me he ido a mi casa y me he tomado una cerveza al sol imaginándome cómo será ese día. Y entonces me he puesto a llorar. Porque, como todo momento importante en mi vida, no estaba ella. No lo he podido compartir con ella. No hemos ido juntas a ver vestidos, no hemos discutido, ni nos hemos emocionado al elegir, ni nos hemos abrazado, ni me ha dicho que estoy guapísima. He llorado a solas durante una hora, porque la pena hay que dejarla salir, las heridas sangran, por mucho que pase el tiempo, y las ausencias pesan. Me hubiera gustado tanto poder compartir estos momentos con ella, nos habríamos reído tanto, habríamos discutido tanto y lo habríamos disfrutado tanto. Nos hemos perdido tanto…
Tengo la gran suerte de ser la pequeña de cinco hermanos, así que, aún con la ausencia de mi madre, siempre me he sentido arropada. Mis hermanas han estado ahí siempre y con ellas he podido compartir y sigo compartiendo cada uno de los preparativos. Puede, incluso, que acaben mandándome a paseo de lo pesada que soy. Aunque ni en nuestros mejores sueños imaginábamos que iba a ser tan fácil el momento vestido. Gracias Bebas por hacerlo. En cuanto lo vi supe que era ese.
Pero pienso mucho en la que no tenga la suerte de tener tampoco hermanas. Si tú que me estás leyendo tienes una amiga en esas circunstancias, abrázala, acompáñala, estate ahí. Solo eso. Porque hay cosas para las que necesitamos a otra mujer, aunque nuestra pareja sea maravillosa.
Siempre he sabido que este camino iba a ser complicado, que habría días malos, y los que quedan. A lo largo de los años he trabajado con novias que estaban en esa situación, como Aurora, a la que cogí de la mano y nos emocionamos juntas en su primera cita. Porque la entendí. Nos entendimos. Es un momento muy emotivo con un poso amargo para nosotras, las novias sin madre.
Así que me ha parecido importante escribirlo, porque quizá alguna más me lea y se sienta entendida y acompañada.
Si estás, has estado o estarás en esta situación, te mando un abrazo enorme.
Lucía
5 respuestas
Y también “casi hermanas “ y madrinas que estarán ahí acompañándote y echándola de menos . ❤️
❤️❤️❤️❤️
Eso seguro ❤️❤️❤️
Me siento muy identificada con tus palabras. Yo también estoy en esa situación. Por suerte yo también tengo una familia muy unida, y mi padre, mi hermana, mis primas, mis tías y mi suegra han estado ahí todo el tiempo apoyándome y ayudándome durante los preparativos de la boda. Aún así, siempre hay una persona importantísima que falta…
Que bonito ,me has hecho llorar de la emoción … también las que tenemos madres “ausentes “ a causa de su enfermedad …😓